Por: Tatiana Ramírez Sandoval
Encender el
televisor, ver las noticias, se ha
convertido en un martirio especialmente cuando hay temas que no solo afectan a
Colombia sino a muchos países en el mundo. El tema de la educación es algo que
nos motiva o desmotiva. Son incontables los paros que se hacen en algunos
países para exigir una mejor educación, un sueldo bien remunerado para quienes desempeñan
una labor que jamás termina.
Sus horas
transcurren frente a un pizarrón o revisando exámenes en casa para medir los
conocimientos de sus alumnos. Gracias a estas exigencias pueden tener estudiantes
admirables que dejan en alto a la institución en cualquier lugar, otros son rebeldes
y visitan las aulas por exigencia de sus padres, para obtener un diploma que
terminará colgado en la pared.
Un docente no
solo se dedica a dar clases, es amigo y hace las veces de sicólogo, labor que
deberían cumplir más los padres desde sus casas inculcándole valores que puedan
hacerlos mejores personas. Un maestro comparte sus conocimientos, aunque sus
alumnos digan que ciertas materias nunca la van a utilizar. Solo con el pasar
de los años lograrán entender que deberán aplicar parte de lo aprendido de esas
materias que tanto odiaban para resolver algún problema.
Estudiar una
profesión que les gusta durante varios años para los maestros resulta irónico
cuando al final otras personas que nunca pasaron por una institución educativa
ganan un sueldo más alto y por pocas horas de trabajo. La comparación no sé
hace con el fin de discriminar a nadie simplemente de reflejar una realidad que
entristece mucho, con una labor que es demasiado admirable. Aunque ellos se
quejen de infinidad de cosas, aman su profesión, por tal motivo hacen paros de
docentes, para reclamar esos derechos que como cualquier profesional les
pertenecen, así tendrán la certeza de que sus estudiantes no terminarían en la
delincuencia, en las drogas o en la prostitución.
En sus manos
queda forjar el futuro de las nuevas generaciones para que se conviertan en
personas admirables que tienen conciencia de sus actos, pero sin el apoyo
suficiente todo se convierte en vano.
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