lunes, 5 de mayo de 2014

UNA VERDAD QUE IGNORAMOS

Por: Tatiana Ramírez Sandoval

Encender el televisor, ver las noticias,  se ha convertido en un martirio especialmente cuando hay temas que no solo afectan a Colombia sino a muchos países en el mundo. El tema de la educación es algo que nos motiva o desmotiva. Son incontables los paros que se hacen en algunos países para exigir una mejor educación, un sueldo bien remunerado para quienes desempeñan una labor que jamás termina.

Sus horas transcurren frente a un pizarrón o revisando exámenes en casa para medir los conocimientos de sus alumnos. Gracias a estas exigencias pueden tener estudiantes admirables que dejan en alto a la institución en cualquier lugar, otros son rebeldes y visitan las aulas por exigencia de sus padres, para obtener un diploma que terminará colgado en la pared.

Un docente no solo se dedica a dar clases, es amigo y hace las veces de sicólogo, labor que deberían cumplir más los padres desde sus casas inculcándole valores que puedan hacerlos mejores personas. Un maestro comparte sus conocimientos, aunque sus alumnos digan que ciertas materias nunca la van a utilizar. Solo con el pasar de los años lograrán entender que deberán aplicar parte de lo aprendido de esas materias que tanto odiaban para resolver algún problema.

Estudiar una profesión que les gusta durante varios años para los maestros resulta irónico cuando al final otras personas que nunca pasaron por una institución educativa ganan un sueldo más alto y por pocas horas de trabajo. La comparación no sé hace con el fin de discriminar a nadie simplemente de reflejar una realidad que entristece mucho, con una labor que es demasiado admirable. Aunque ellos se quejen de infinidad de cosas, aman su profesión, por tal motivo hacen paros de docentes, para reclamar esos derechos que como cualquier profesional les pertenecen, así tendrán la certeza de que sus estudiantes no terminarían en la delincuencia, en las drogas o en la prostitución.

En sus manos queda forjar el futuro de las nuevas generaciones para que se conviertan en personas admirables que tienen conciencia de sus actos, pero sin el apoyo suficiente todo se convierte en vano.

jueves, 24 de abril de 2014

EL ERRADO CONCEPTO DE HUMILDAD

Por: Tatiana Ramírez Sandoval

Nuestros antecesores deben ser en gran parte los culpables del concepto errado que tienen las nuevas generaciones con el término “humildad”.  Aunque Jesús nació en una familia pobre y su padre era carpintero, desde ese entonces cuando mencionas la palabra humildad es remitirse a los viejos tiempos. Es tanto el poder que ejerce este término que muchas personas se han vuelto conformistas, porque creen que ser humilde es ser pobre, que nunca van a salir adelante, jamás van a alcanzar sus sueños, cuando la verdadera pobreza que tienen es mental.

El conformismo extremo al que llegan los hace repetir frases como la oración de cada día antes de dormir: ”Para qué comprar cosas materiales si no tienen casa propia” “Para qué comprar ropa nueva si te la pueden regalar o la puedes conseguir de segunda en una feria” “Para que soñar si los sueños son imposibles sin dinero”  Lo peor de todo es que aplazan cada sueño porque piensan que no es el momento para intentarlo, alejándose así cada vez más de la felicidad y el éxito.

Según el sicólogo Mauricio Andrés Nájera: “La mente actúa por algo que se llama ahorro cognitivo y tiende a acomodar la información que le llega el exterior en esquemas compatibles con los que ya tiene para ahorrar así la energía que se gastaría al tener que crear un nuevo esquema. Así, para la gente es más sencillo asociar lo humilde con lo pobre para no tener que forzar todo su aparato psíquico creando una nueva categoría en su mente. Ese mecanismo lo tenemos todos solo que la mayoría de gente no lo cuestiona, por eso no aprenden, por eso no cambian y por eso les duele cuando por la mala aprenden algo nuevo.”


Es así como muchas personas continúan en su zona de confort sin arriesgarse, manteniendo vivos esos pensamientos limitantes como si su cerebro estuviera programado solo para eso.  Aunque el dinero compra todo lo material y no la felicidad, cambiar pensamientos erróneos ayudará a tener aspiraciones y a conseguirlas de alguna manera.